Está es una historia que nos remonta al 2012, cuando cursaba el último año de prepa en la increíble Prepa seis de Coyoacán, hasta ese punto de mi vida fui un alumno ejemplar, responsable y con un gran potencial que todos mis compañeros y maestros veían, pero todo empezó a cambiar desde aquel momento en que hablé por primera vez con mi papá sobre lo que quería estudiar profesionalmente.
Una noche le pedí que se sentara a escucharme, le hablé sobre mi familiaridad con el arte, recordamos juntos mi infancia y la cercanía que tuve con la pintura, la música y otros medios de expresión, me encargué de hacerle notar lo importante que era para mi y una vez que sentí tenerlo dónde quería por fin lo solté, le dije “papá, quiero estudiar teatro”.
Mi papá es un hombre de pocas palabras, no muy expresivo, pero si muy responsable, jamás me ha defraudado en la vida, él creció con muchas carencias, pues su padre murió cuando él era niño y tuvo que trabajar arduamente durante su infancia.
Varios años más tarde comprendí que la historia de vida de mi papá tenía mucho que ver con lo que me dijo esa noche acerca de estudiar teatro, entendí que tenía miedo de lo que pudiera pasar conmigo, mi papá y el arte eran dos desconocidos y todo aquello que no se conoce da miedo.
Él me sugirió estudiar otra carrera, una de esas que supuestamente tienen más futuro, esas que son de “provecho” y que te ayudan a ser “alguien”.
Un año después me encontraba cursando la carrera de ingeniería en telecomunicaciones en la facultad de ingeniería de la UNAM, con mucho entusiasmo, pero sin motivación, con el paso del tiempo dejé de ser el alumno con potencial y responsable que solía ser, pasaban los años y yo dejaba de ser alguien feliz, dejé de sentir mi existencia y solo sentía una depresión más grande que la misma facultad de ingeniería.
Durante cinco años hice pocos amigos, apenas me alcanzó para llegar a séptimo semestre debiendo materias de cuarto y sexto, aunque mi tira de materias decía séptimo, mi historial académico decía que yo ya iba por el onceavo semestre cursado.
Con mil problemas, carencias económicas, un horario atascado de materias desde las siete de la mañana a las ocho de la noche, tristeza y soledad, un día así, sin más ni menos exploté, lloré, externé mi sentir y hablé con mis papás, le dije lo mal que me sentía y que necesitaba dejar esa carrera, para ese entonces yo ya pesaba casi 89 kilos, era muy gordo, me sentía feo, fracasado, solo y estúpido a mis 23 años.
Decidí dejar la carrera, me costó mucho trabajo alejarme de la facultad pues durante años fue lo único que conocí, la ingeniería iba a ser aquello que se supone me daría un techo, una familia y estabilidad.
Me daba miedo el futuro, pero comencé trabajando en un call center dónde me pagaban cuatro mil pesos mensuales, que no me alcanzaban para mucho, pero si para lo básico, siempre estuvo presente el miedo a perder el estándar de vida que la facultad me brindaba, sin embargo, me rehusé a regresar.
Ahorré durante varios meses y me compré una máquina para tatuar con sus respectivos accesorios con la intención de iniciar un nuevo aprendizaje, un par de meses más tarde todo se acomodó para que pudiera trabajar en un estudio de tattoo como asistente y todo iba mejorando lentamente.
Pero en algún momento después de varios meses dejé de trabajar en ese lugar (por temas económicos), no había mucho flujo de clientes y era difícil pagar sueldos para los dueños. Regresé a los call center y de nuevo volvió la incertidumbre con el futuro, los ingresos muy flacos y la cotidianidad de un trabajo intrascendente que parecía sería el medio en el que me desenvolvería por mucho tiempo más por la experiencia que ya estaba generando en el rubro de atención al cliente.
Mientras más generas experiencia en un medio dónde no quieres estar, será más difícil salir, porque con el paso del tiempo eso se convertirá en lo que sabes hacer mejor o en lo único que sabes hacer.
Un día entre mi hartazgo y tristeza busqué la palabra “Arte” en Indeed y me salió una vacante en un estudio de arte como asistente de artista, pedían un book, lo cual no tenía y para empezar ni siquiera sabía lo que era, sin embargo, pensé que no perdía nada en preguntar y me dispuse a mandar mensaje al número que venía en la publicación, pero afortunadamente el número no existía en whatsapp ni para llamadas.
Entré nuevamente a la publicación y busqué el nombre del estudio de arte, los encontré en google y encontré otro teléfono de ese mismo estudio, llamé y les platiqué lo que sucedió, es decir, de mi interés en la vacante, de mi poco conocimiento funcional en arte, del teléfono inexistente y que los busqué por otro medio, me dijeron que les encantó mi actitud sobre la situación, que ellos necesitaban a alguien que buscara alternativas para resolver problemas y me citaron a una entrevista.
Me quedé con el trabajo de asistente de artista y durante dos años Yupica (Un artista y cineasta japonés) me ayudó a mejorar y perfeccionar muchos aspectos de mi, desde lo laboral hasta actitudes que solo me saboteaban, aprendí a estudiar por mi cuenta, aprendí a trabajar como un profesional, aprendí a ser siempre mejor, a observar, me volví un hombre con conocimientos, me volví un estudiante activo sin la necesidad de ir a la escuela, me convertí en lo que siempre quise ser y le tomé mucho amor a la pintura y a la fotografía, aprendí demasiado de Yupica.
Tiempo más tarde comencé a desarrollar mis propios proyectos de pintura, literatura y fotografía. Mi vida cambio mucho, porque pase de ser una persona triste y sin deseos de vivir a alguien con un proyecto de vida, con amor por lo que hace.
Actualmente estudio fotografía por mi cuenta, diario estudio con libros que saco de la biblioteca Vasconcelos, contenido audiovisual como tutoriales, Está es una historia que nos remonta al 2012, cuando cursaba el último año de prepa en la increíble Prepa 6 de Coyoacán, hasta ese punto de mi vida fui un alumno ejemplar, responsable y con un gran potencial que todos mis compañeros y maestros veían pero todo empezó a cambiar desde aquel momento en que hablé por primera vez con mi papá sobre lo que quería estudiar profesionalmente.
Una noche le pedí que se sentara a escucharme, le hablé sobre mi familiaridad con el arte, recordamos juntos mi infancia y la cercanía que tuve con la pintura, la música y otros medios de expresión, me encargué de hacerle notar lo importante que era para mi y una vez que sentí tenerlo donde quería por fin lo solté, le dije “Papá, quiero estudiar teatro”.
Mi papá es un hombre de pocas palabras, no muy expresivo pero si muy responsable, jamás me ha defraudado en la vida, él creció con muchas carencias pues su padre murió cuando él era niño y tuvo que trabajar arduamente durante su infancia.
Varios años más tarde comprendí que la historia de vida de mi papá tenía mucho que ver con lo que me dijo esa noche acerca de estudiar teatro, entendí que tenía miedo de lo que pudiera pasar conmigo, mi papá y el arte eran dos desconocidos y todo aquello que no se conoce da miedo.
Él me sugirió estudiar otra carrera, una de esas que supuestamente tienen más futuro, esas que son de “provecho” y que te ayudan a ser “alguien”.
Un año después me encontraba cursando la carrera de ingeniería en telecomunicaciones en la facultad de ingeniería de la UNAM, con mucho entusiasmo pero sin motivación, con el paso del tiempo dejé de ser el alumno con potencial y responsable que solía ser, pasaban los años y yo dejaba de ser alguien feliz, dejé de sentir mi existencia y solo sentía una depresión más grande que la misma facultad de ingeniería.
Durante 5 años hice pocos amigos, apenas me alcanzó para llegar a séptimo semestre debiendo materias de cuarto y sexto, aunque mi tira de materias decía séptimo , mi historial académico decía que yo ya iba por el onceavo semestre cursado.
Con mil problemas, carencias económicas, un horario atascado de materias desde las siete de la mañana a las ocho de la noche, tristeza y soledad, un día así, sin más ni menos exploté, lloré, externé mi sentir y hablé con mis papás, le dije lo mal que me sentía y que necesitaba dejar esa carrera, para ese entonces yo ya pesaba casi 89 kilos, era muy gordo, me sentía feo, fracasado, solo y estupido a mis 23 años.
Decidí dejar la carrera, me costó mucho trabajo alejarme de la facultad pues durante años fue lo único que conocí, la ingeniería iba a ser aquello que se supone me daría un techo, una familia y estabilidad.
Me daba miedo el futuro pero comencé trabajando en un call center donde me pagaban cuatro mil pesos mensuales, que no me alcanzaban para mucho pero si para lo básico, siempre estuvo presente el miedo a perder el estándar de vida que la facultad me brindaba, sin embargo, me rehusé a regresar.
Ahorre durante varios meses y me compré una máquina para tatuar con sus respectivos accesorios con la intención de iniciar un nuevo aprendizaje, un par de meses más tarde todo se acomodó para que pudiera trabajar en un estudio de tattoo como asistente y todo iba mejorando lentamente.
Pero en algún momento después de varios meses dejé de trabajar en ese lugar por temas económicos, no había mucho flujo de clientes y era difícil pagar sueldos para los dueños. Regresé a los call center y de nuevo volvió la incertidumbre con el futuro, los ingresos muy flacos y la cotidianidad de un trabajo intrascendente que parecía sería el medio en el que me desenvolvería por mucho tiempo más por la experiencia que ya estaba generando en el rubro de atención al cliente.
Mientras más generas experiencia en un medio donde no quieres estar, será más difícil salir porque con el paso del tiempo eso se convertirá en lo que sabes hacer mejor o en lo único que sabes hacer.
Un día entre mi hartazgo y tristeza busqué la palabra “Arte” en Indeed y me salió una vacante en un estudio de arte como asistente de artista, pedían un book, lo cual no tenía y para empezar ni siquiera sabía lo que era, sin embargo, pensé que no perdía nada en preguntar y me dispuse a mandar mensaje al número que venía en la publicación pero afortunadamente el número no existía en whatsapp ni para llamadas.
Entré nuevamente a la publicación y busqué el nombre del estudio de arte, los encontré en google y encontré otro teléfono de ese mismo estudio, llamé y les platiqué lo que sucedió, es decir, de mi interés en la vacante, de mi poco conocimiento funcional en arte, del teléfono inexistente y que los busqué por otro medio, me dijeron que les encantó mi actitud sobre la situación, que ellos necesitaban a alguien que buscara alternativas para resolver problemas y me citaron a una entrevista.
Me quedé con el trabajo de asistente de artista y durante dos años Yupica (Un artista y cineasta japonés) me ayudó a mejorar y perfeccionar muchos aspectos de mi, desde lo laboral hasta actitudes que solo me saboteaban, aprendi a estudiar por mi cuenta, aprendí a trabajar como un profesional, aprendí a ser siempre mejor, a observar, me volví un hombre con conocimientos, me volví un estudiante activo sin la necesidad de ir a la escuela, me convertí en lo que siempre quise ser y le tomé mucho amor a la pintura y a la fotografía, aprendí demasiado de Yupica.
Tiempo más tarde comencé a desarrollar mis propios proyectos de pintura, literatura y fotografía. Mi vida cambio mucho porque pase de ser una persona triste y sin deseos de vivir a alguien con un proyecto de vida, con amor por lo que hace.
Actualmente estudio fotografía por mi cuenta, diario estudio con libros que sacó de la biblioteca Vasconcelos, contenido audiovisual como tutoriales, podcast, etc; practico mucho y hasta vendo sesiones fotográficas, mi novia y yo somos un gran equipo y hemos hecho realidad este sueño de hacer fotografía y generar dinero, pero yo quiero más conocimientos, la fotografía es eso que me mantiene despierto en la madrugada, es eso que nunca es suficiente, es eso que aunque esté cansado quiero seguir haciendo, es en mi vida todo eso que no era la ingeniería y me tomó más de 4 años encontrar por eso es que sé que merezco la beca, porque con todo ese proceso mental y trayecto recorrido sé que esto es lo que quiero hacer y lo estoy haciendo, quiero ser más profesional, quiero saber más y si me dan la beca les prometo que la aprovecharé al máximo.